Hasta la fecha, existe robusta evidencia que ha demostrado que el reemplazo valvular aórtico percutáneo (TAVI) constituye uno de los pilares terapéuticos en el abordaje de la estenosis aórtica severa, evidenciando un beneficio sustancial en pacientes de diversos rangos etarios y subgrupos de riesgo quirúrgico. En este contexto, y considerando que el TAVI se realiza cada vez con mayor frecuencia en pacientes más jóvenes y con un potencial requerimiento futuro de reacceso coronario posterior al procedimiento, resulta de vital importancia identificar los factores asociados a la factibilidad de dicho reacceso, en caso de ser necesario.

Dado que existen diferentes tecnologías de prótesis valvulares disponibles en el mercado, se han analizado múltiples factores vinculados tanto al procedimiento como a las características estructurales de las válvulas como potenciales determinantes del reacceso coronario posterior al implante. En este sentido, la altura del armazón (frame) de las prótesis valvulares —y no únicamente la altura del implante— podría dificultar el reacceso coronario ulterior en caso de requerirse un procedimiento de intervencionismo coronario percutáneo.

El objetivo del estudio realizado por Carlo A. Pivato y colaboradores de la Humanitas University, Pieve Emanuele (Italia) fue analizar el impacto del subtipo de la bioprótesis valvular en términos de eventos clínicos durante el seguimiento prolongado de pacientes sometidos a una angioplastia transluminal coronaria percutánea (ATC) posterior a un TAVI.

Con este propósito, se llevó a cabo un estudio observacional retrospectivo utilizando datos de pacientes incluidos en la cohorte del registro REVIVAL-PCI, que incluyó sujetos con estenosis aórtica severa tratados mediante TAVI en 21 centros médicos europeos durante el período comprendido entre 2008 y 2023. Los pacientes fueron estratificados según la altura del marco valvular en dos grupos: frames valvulares altos (TFV) y frames valvulares bajos (SFV). El objetivo primario fue la ocurrencia de eventos cardiovasculares adversos mayores (MACE) —compuesto por muerte cardiovascular, infarto agudo de miocardio y accidente cerebrovascular—, con un seguimiento a cuatro años desde el procedimiento índice.

Se incluyeron para el análisis 441 pacientes. De ellos, 230 fueron tratados con válvulas de tipo SFV (30,9% mujeres) y 211 con válvulas TFV (44,1% mujeres). La mediana de seguimiento posterior a la ATC post-TAVI fue de 908 días (RIC 322–1728).

En relación con el objetivo primario, y con un seguimiento a cuatro años desde la ATC post-TAVI, no se observaron diferencias estadísticamente significativas entre los grupos con implantes SFV y TFV, respectivamente (38,1% [IC95% 24,6–43,9%] vs. 31,9% [IC95% 24,8–41,0%]; HR 1,04 [IC95% 0,71–1,52]; p = 0,846). Cabe destacar que estos hallazgos se mantuvieron constantes luego del ajuste multivariado por potenciales factores de confusión.

 

Conclusiones
En la práctica clínica contemporánea, la evolución clínica de los pacientes sometidos a una ATC posterior a un TAVI no parece verse influenciada por la altura del armazón (frame) de la bioprótesis implantada en posición aórtica.

 

Dr. Cristian M. Garmendia
Miembro del Comité Editor CACI

 

Título original: Impact of Valve Frame Height on PCI Outcomes After TAVR.

Cita: Pivato CA, et al. JACC Cardiovasc Interv 2025 Oct 25:S1936-8798(25)02482-3.

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