Autor: Dr. Cristian Garmendia

En pacientes portadores de enfermedad coronaria aterosclerótica sometidos a revascularización percutánea mediante angioplastia transluminal coronaria (ATC), la optimización mediante métodos de imagen endovascular, como el ultrasonido intravascular (IVUS) y la tomografía de coherencia óptica (OCT), ha demostrado, mediante extensa evidencia, asociarse a un beneficio clínico en el seguimiento, en diversos escenarios clínicos.

La OCT presenta una ventaja sustancial debido a su elevada resolución, que permite la caracterización detallada de la microarquitectura vascular y, de esta manera, una optimización del implante del stent segura y precisa. Así, y a pesar de haberse demostrado el beneficio de la optimización de la ATC mediante OCT en múltiples escenarios clínicos, hasta la fecha su utilidad en el contexto del infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST (IAMCEST) permanece escasamente explorada.

Durante la tercera jornada científica del Congreso EuroPCR 2025 se presentaron los resultados del estudio ATLAS-OCT, cuyo objetivo fue determinar las implicancias clínicas de la optimización de la ATC mediante OCT en pacientes cursando un IAMCEST.

El estudio ATLAS-OCT fue un estudio multicéntrico, prospectivo, iniciado por investigador de rama única, que incluyó pacientes consecutivos (“all-comers”) con IAMCEST, los cuales fueron sometidos a revascularización percutánea mediante ATC del vaso culpable del evento coronario índice, optimizada mediante OCT. De esta forma, a través de la OCT previa a la ATC se analizó la morfología de la placa y las dimensiones del vaso coronario a tratar, mientras que en la OCT posterior al implante del stent se consideró un área mínima del stent (MSA) >4.5 mm² o una expansión del stent >70% como criterios de correcta expansión. También se valoró la presencia de disección, malaposición y protrusión de placa intra-stent como otros criterios de optimización.

Se incluyeron para el análisis un total de 439 pacientes. La edad promedio de la población fue de 67.5 años, con un 81.3% de sexo masculino y una elevada carga de comorbilidades cardiovasculares concomitantes. La arteria descendente anterior fue el vaso culpable más prevalente (51.9%). Del total de pacientes analizados, el 87.7% alcanzó ambos criterios de correcta expansión del stent (MSA y porcentaje de expansión). El MSA se asoció, en forma estadísticamente significativa, a una mayor tasa de eventos adversos en el seguimiento (‘target vessel failure’ [TVF]) (OR 1.23 [IC 95%: 1.04–1.46]; p=0.019), al igual que el porcentaje de expansión del stent (OR 1.33 [IC 95%: 1.08–1.66]; p=0.008).

En términos de evolución clínica, en el seguimiento a un año desde el procedimiento índice se observó una incidencia de TVF del 9.6%, con una mortalidad por todas las causas del 6.8%, 3.9% de muerte cardiovascular, 0.7% de infarto agudo de miocardio relacionado al vaso culpable del evento índice y revascularización del vaso objetivo en el 2.7%. Así, en el seguimiento longitudinal, se observó que alcanzar los criterios de optimización del stent preestablecidos mediante OCT se asoció a una menor ocurrencia de TVF, en comparación con el subgrupo con optimización subóptima (HR 2.57 [IC 95%: 1.29–5.11]; p=0.007).

Conclusiones
En pacientes cursando un síndrome coronario agudo con elevación del segmento ST, la revascularización percutánea mediante angioplastia coronaria primaria optimizada con tomografía de coherencia óptica demostró ser un procedimiento seguro y asociado a una reducción de eventos clínicos adversos en el seguimiento, siempre que se alcancen los criterios predeterminados de correcta optimización del stent.

Dr. Cristian M. Garmendia
Miembro del Comité Editor CACI