Signos y síntomas de los más diversos podrían estar indicando la presencia de una enfermedad cardiovascular, que muchas veces puede remediarse en forma mínimamente invasiva gracias a las técnicas y procedimientos realizados por cateterismo.

El 16 de septiembre se conmemora el Día Internacional de la Cardiología Intervencionista, fecha instaurada en 2022 por la ONU e impulsada por nuestro Colegio para concientizar a la comunidad y reconocer el papel central de la especialidad en la lucha contra las enfermedades cardiovasculares.

Como parte de la conmemoración de esta fecha, el día sábado 16/9 se iluminarán de rojo y azul, entre otros monumentos emblemáticos de la Ciudad de Buenos Aires, la Torre Monumental (ex Torre de los Ingleses), el Monumento de Plaza Congreso y el Palacio Lezama. El día viernes 15/9 se iluminará también el Palacio San Martín, sede ceremonial de la Cancillería.


Latidos irregulares del corazón, algún desmayo ocasional, mareos, hinchazón de tobillos y pies, fatiga y falta de aire, en actividad, pero también aun en reposo, son síntomas inespecíficos que en ocasiones la gente desatiende. Sin embargo, podrían estar indicando la presencia de una enfermedad en una o más de una de las cuatro válvulas cardíacas (mitral, tricúspide, pulmonar y aórtica).

Si bien el tratamiento de las enfermedades de las válvulas cardíacas dependerá del tipo de válvula afectada y de la gravedad -entre otros factores-, la cirugía reparadora o directamente el reemplazo de la válvula es una intervención que muchas veces se realiza por cateterismo con excelentes resultados.

“Una de las técnicas más modernas es la del implante percutáneo (por cateterismo) de la válvula aórtica (TAVI por su sigla en inglés), que permite en forma mínimamente invasiva realizar un reemplazo de la válvula y reparar una condición cardíaca de altísimo riesgo y con elevados índices de mortalidad. Se estima que 120 mil argentinos presentan esta condición, que se desarrolla mayoritariamente en los mayores de 75 años, una población en la que la intervención tradicional muchas veces conlleva mayor riesgo”, afirmó el Dr. Martín Cisneros, presidente del Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI).

“Otra intervención consiste en la reparación o reemplazo de la válvula mitral, con incisiones pequeñas, utilización de catéteres, pinzas y otros dispositivos, dependiendo del tipo de afección. También los grandes vasos, como lo son las intervenciones por aneurismas de aorta, obstrucciones en otras arterias y venas periféricas, que actualmente se pueden resolver por esta vía endovascular mínimamente invasiva. Los recursos son múltiples y muy variados, y se seleccionan muchas veces en conjunto con un equipo interdisciplinario que incluye al cardiólogo de cabecera, al gerontólogo y al hemodinamista, entre otros, en función del tipo de enfermedad y del estado de salud del paciente”, consignó el Dr. José A. Álvarez, cardioangiólogo intervencionista, miembro del CACI.

Dolor en el pecho, molestias que se propagan al hombro, brazo, espalda, cuello, mandíbula o dientes, sudor frío, fatiga, acidez estomacal o indigestión, aturdimiento o mareos repentinos, náuseas, falta de aire y dolor en el pecho que puede sentirse como opresión. Estos son otros síntomas y pueden estar indicando la presencia de un ataque cardíaco o infarto, que se produce cuando se obstruye o se reduce sustancialmente el flujo de sangre que va al corazón. La obstrucción en la arteria suele obedecer a una acumulación de grasa, colesterol y otras sustancias, proceso conocido como aterosclerosis.

Frente a esta circunstancia, los procedimientos endovasculares por cateterismo, sobre todo cuando se realizan en la forma más inmediata posible desde el comienzo de los síntomas, también son el método de elección y, a través de la realización de una angioplastia coronaria, el paciente regresa a su domicilio a las pocas horas de la intervención y retoma sus tareas habituales en menos de una semana.

“La angioplastia es un procedimiento mínimamente invasivo que permite desbloquear las arterias coronarias ocluidas y restablecer el flujo sanguíneo. En muchos casos evita o reemplaza a la cirugía del by-pass y ha contribuido enormemente en los últimos años a reducir la mortalidad cardiovascular y a mejorar la expectativa y la calidad de vida de los pacientes. Salvando gramos de miocardio se logra salvar vidas”, sostuvo el Dr. Daniel Berrocal, cardioangiólogo intervencionista, ex presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC).

Cerca de 50 mil argentinos cada año se benefician con alguna de estas y muchas otras prácticas de cardiología intervencionista, que se caracterizan por ser intervenciones mediante cateterismo de manera mínimamente invasiva. Son realizadas tanto en centros privados como en los hospitales públicos y, en la gran mayoría de los casos solo requieren de una mínima sedación y la persona retoma su vida normal rápidamente. En contrapartida, las operaciones ‘a cielo abierto’ -que, por supuesto, siguen teniendo indicación precisa en determinados casos- implican anestesia general, abrir el esternón, provocar un paro cardiorrespiratorio y realizar circulación extracorpórea, con un tiempo mayor de recuperación.

A partir de 2022, impulsado por nuestro Colegio e instaurado por la ONU (Organización de las Naciones Unidas), cada 16 de septiembre se conmemora el Día Internacional de la Cardiología Intervencionista. La fecha se corresponde con el día en que se realizó, hace 46 años en Zurich, Suiza, la primera angioplastia coronaria. Estuvo a cargo del Dr. Andreas Gruentzig y se la considera como el origen de la especialidad.

“Entre los objetivos de la conmemoración, desde el CACI destacamos la importancia de que la comunidad conozca y tome conciencia sobre el papel central de la cardiología intervencionista en la lucha contra las enfermedades cardiovasculares”, manifestó el Dr. Juan José Fernández, cardioangiólogo intervencionista, vicepresidente del CACI.

Muchos años después de la primera angioplastia, al notar que la desoclusión con el balón fracasaba en un porcentaje significativo de casos, el médico argentino Dr. Julio Palmaz (actualmente de visita en Buenos Aires para dar una conferencia en la ceremonia de conmemoración del Día Internacional de la Cardiología Intervencionista) desarrolló en Estados Unidos el stent, que es la placa metálica que logra mantener abierta la arteria. Palmaz trabajó en su proyecto durante 10 años y, finalmente, el 15 de agosto de 1988 lo patentó bajo el nombre de Stent Palmaz-Schatz junto a sus socios Philip Romano y Richard Schatz. Desde hace años el mundo entero utiliza los stents, que se han ido perfeccionando y han mejorado considerablemente su seguridad y eficacia.